Historia de Mis Souvenirs: La concha que resuena al pasado

 


     Esta concha marina proporciona lindos recuerdos de mi infancia. Quién ha vivido cerca al mar, quiere siempre escuchar el mar, y ¿cómo es eso? su rugido de las olas contra las rocas o sentir su brisa, y si estás lejos del mar la única forma es através de una concha marina.  Te la acercas al oído y podrás escucharlo.  ¿No es fantástico?

     Era lo que yo pensaba... me remonto a una época donde yo tenía unos 7 años de edad cuando mi mamá en una de sus trayectorias por visitar a la familia, me llevó hasta la casa de su tía Ginela que vivía en Magdalena, Lima, Perú, cerca al mar.  Ella era una señora ya de edad y muy dulce, muy buena, con su cabello gris peinada hacia atrás y sujetada por una peineta y su chale negro sobre los hombros y yo toda comportadita en esa época donde una mirada de mi mamá lo decía todo.  Era así que yo contemplaba el centro de mesa de la tía Ginela toda en vidrio con una concha marina bien grande al centro y por debajo una alfombra blanca como algodón. 

    Nunca antes había visto una concha de mar y yo estaba muy curiosa por saber qué era ese adorno. Debajo de la mesa de vidrio lucía una hermosa alfombra redonda de piel blanca, característica de los trabajos manuales peruanos en piel de alpaca. Se veía tan suave, tan lindo que yo estaba inquieta por tocar todo.



    La tía Ginela se había dado cuenta y me dijo.. puedes tocarla, fue asi que me arodillé en el suelo y puse mi mano sobre ella.. que hermosura, decía cómo podían hacerlo de esa manera, por detrás tenía como base un cuero y veía que estaba cosida junto con la piel de alpaca. Y luego miraba la concha marina que ahora la tenía al alcance de mis ojos, por la posición en que yo estaba.  Mi mamá, obviamente, me observaba y me lanzaba aquellas miradas como... ¡si lo tocas te pego! y yo no lo tocaba.  Fue mi tía que pidió para que una de sus hijas, Florcita, lo cogiera en sus manos y me lo pusiera en mi oído.  Era la primerva vez que escuchaba y ¡escuchaba el mar!  ¿Cómo podía ser eso posible?  Me dijo que la concha tenía el eco de su vida marina.. y yo claro ¡que quería una para mí!!!   pero dónde conseguirlo y de ese tamaño inmenso.  Ahi me dije, ¡algún día tendré una!  

    Y bien, recordando sea de paso esta visita, no puedo olvidarme de mencionar lo delicioso que la Tía Ginela cocinaba.  ¡Sus fideos rigatoni con su salsa roja eran sensacionales! Solo ella sabía hacerlos! Y con su asado de carne, uhmmmm me parece estar sintiendo la suavidad de la carne en la salsa roja. A propósito cada tía tenía su especialidad, como lo era mi tía Carmen Uzátegui con su seco de pollo.  Pero bueno, para no desviarme tanto del tema, quería contarles que la tatarabuela y toda su generación de hijas mujeres fueron muy buenas en la cocina. Según cuenta la abuela de mi mamá, llamada Celinda, que su mamá era muy respetada por los soldados chilenos cuando éstos invadieron nuestro territorio durante la Guerra con Chile.  La tatarabuela les cocinaba y los chilenos la admiraban por sus manos de oro y sus deliciosos potajes y manjares.  Esa señora humildemente tenía que sacrificar a sus animalitos para poder prepararles comida a todo ese batallón que se asomaba en sus tierras. Por eso, sus descendientes llevan en la vena la sazón y como es el caso de mi mamá, también, fueron excelentes cocineras.  

     Y volviendo al tema de la concha de mar, la segunda vez que ví uno asi de grande fue en la casa de Javier.  Yo me lo ponía en el oído y cerraba mis ojos escuchando el mar.  Pero con la mudanza, él lo dejó en su casa y nunca más supimos de su paradero.

   Hace un año exactamente, viajamos con Javier y Mario hacia el nordeste de Brasil y fue en uno de los paseos que vi a un muchacho vendiendo las conchas marinas. Yo no lo pensé ni dos veces. Era mi oportunidad de tener una... pero recién comenzábamos los paseos y eso significaba tener que andar con el peso durante todo el viaje.  Javier me decía, lo compras al regreso, y yo me decía,  ¿si regresamos por otro lado,  ¿si el chico no está más?  ¿si lo vendió? no podía correr ese riesgo.  Así que decidida lo compré y andé con él por todos lados.  

   Y ahora luce sobre la mesita de centro del rincón de lectura, lugar denominado el SPA de casa. No hay una alfombra de pelo blanco de alpaca porque aquí en Brasil hace mucho calor y ya por experiencia, ese tipo de alfombra no se adapta a esta temperatura. El olor del cuero se hace muy pero muy fuerte. 

   Y otra concha menorcita está en la mesa redonda de mi oficina de trabajo para mirarla y colocarla en mi oído de vez en cuando. 


    Así que ya sabes, si no tienes cerca al mar y te gusta escucharlo, una concha de mar es la solución inmediata :)  Pero todo eso no pasa de un mito. Infelizmente, no es el mar que escuchamos y sí el ruido del entorno resonando dentro de la cavidad de la concha. La similitud de los ruidos producidos por el resonador a la de los océanos, se debe a la semejanza entre los movimientos de los océanos y el flujo del aire. De esa manera, la concha de mar es simplemente un amplificador de algunas frecuencias existentes en el medio ambiente y es lo que hace resonar igual que el mar. 


    Pero, es un adorno muy lindo, muy llamativo, útil, barato y trae lindos recuerdos.  ¿Tienes uno igual? 



 

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